Hace mucho que he buscado un motivo para irme y no volver; anoche me despedí y dos pasos más allá de este muro, volví sobre ellos.
No te voy a dar el gusto de verme partir, sin importar qué haga, ni de qué sirva, ni para qué, ni cuántos estén aquí, ni si estás o no.
Esto es mío. Si no me entiendes, no voy a tratar de que lo hagas.
He perdido demasiado tiempo dando explicaciones y, sin duda, igual sólo quedamos aquí mi palabra y yo, con un único sueño: pronunciarnos.
Puedes intentar de nuevo, jugando a que no existo, porque para mí tú ya no existes más.
Hola de nuevo. El placer es mío.
Y era cierto, ¿sabes?, yo ya no tenía nada que dar, lo había dado todo o me lo habían arrebatado sin que me diera cuenta.
No sólo mis manos estaban vacías.
Así, reina del Drama, sin nada ni nadie, seguí regalándome.
¿No es increíble la cantidad de horas muertas que le caben a la vida?
Comentarios
Publicar un comentario